MUEBLES DE ÉPOCA, MUEBLES DE HISTORIAS 

Esta sencilla descalzadora tiene en su respaldo más de 140 años de historia y dos guerras; una civil en España y una II Guerra mundial.Fue adquirida en 1886 por Don Miguel Moya Ojanguren, Periodista, Político, Presidente de la Sociedad Editorial Española, Académico de la Real Academia de la Jurisprudencia y Legislación y Fundador de la Asociación de Prensa Española. Don Miguel se sentaba cada noche en ella para descalzarse y cada mañana para calzarse. De sus manos pasó a las de su hijo Antonio Moya Y Gastón de Iriarte, médico, casado con Dña Paz Careaga y Cortina y cuñado de Don Gregorio Marañon. Mi abuelo Antonio también se sentaba cada atardecer, al llegar de trabajar en el hospital, para descalzarse y cada mañana para calzarse y volver al hospital. Mi abuela Paz la tuvo siempre en su dormitorio tras la muerte del abuelo en la guerra civil cuando las milicias republicanas bombardearon el hospital de San Carlos donde mi abuelo se encontraba operando y que hoy en día es donde se encuentra el Museo Reina Sofía.

Fue en 1998 cuando la descalzadora del abuelo pasó a manos de mi madre y tras su fallecimiento en 2008 pase a tenerla en mi cuarto donde he seguido, tanto yo como mi marido los mismos ritos de nuestros abuelos; cada noche, cada mañana. Mi hija se casó hace más de un año y va a ser madre en breve. Cada vez que viene a charlar conmigo en mi dormitorio cuando está de vacaciones se sienta en esa descalzadora y apenas hace un mes me dijo lo que para ella significaría tenerla en su dormitorio: “Nunca me he sentado en una butaca con la historia de mi origen personal, más cómoda y más bajita; algún día podrías regalármela”. Cuando una hija como ella te mira con esos ojos verdes y una barriguita en la que pareciera haberse tragado un balón de fútbol, haciendo pucheros y pidiéndote la historia de una butaca y la propia butaca…, uno no se puede resistir. Me puse manos a la obra y arreglaron los muelles del asiento, se pulió la madera a muñequilla, se enceró y se retapizó entera. Mi única osadía fue cambiar la tachuela antigua por un galón para destacar aún más el verde esmeralda de la tela de William Yeoward que habla por sí misma sin decir una palabra.

Años, guerras, política y periodismo se han debatido a puerta cerrada sobre esa butaca que, impasible, ha sido testigo de la vida de 5 generaciones que tuvieron y tienen aún mucho por contar.Se suele decir que los muebles son un reflejo directo de la sociedad que los creó tanto de sus movimientos culturales, políticos como artísticos pero poco o nada se dice sobre lo que han vivido, visto y escuchado… y es que si los muebles hablaran la historia se escribiría de otra “madera”. 


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