Hace unos años, en la tienda de Designer’s Guild en Londres, presentaron una colección nueva que se había inspirado en el arte chino.  Crearon toda una serie de telas y papeles pintados con imágenes de jardines, naturaleza y escenas rurales. La colección se llamaba, y se llama, “Shangai Garden” (“Jardín de Shangai”).  Todavia venden sus productos y las ilustraciones son una maravilla; una serie de pinceladas delicadas mezclando distintos tonos de verde y azul creando una serie de patrones de barqueros, casas japonesas y árboles típicos de Asia.

Las telas venían en distintos tipos de linos y seda, a juego con la delicadeza de los dibujos.  Lo más espectacular fue la presentación del papel pintado, que venia enmarcado  en un tamaño de casi dos metros.  Parecía una obra de arte; de hecho era digna de comprarlo tal cual para tenerlo en casa como cuadro en el salón o en una habitación.

Transmitía una sensación de paz serena. Poco después, ya en Madrid, descubrí en Stenton Baulieu un catálogo de papeles pintados de cuadros famosos. El más impactante sin duda, posiblemente por ser el más reconocido, fue el de las flores de almendro de Vincent Van Gogh.

Lo pintó en Arles en 1890, su último año de vida, aunque forma parte de una serie que empezó dos años antes.  Van Gogh vivía en Arles, en el sur de Francia. En 1888 cuando surgió el famoso altercado con su amigo, Paul Gaugin, en el que se cortó una oreja. Se ingresó él mismo en un sanatorio a una media hora de la ciudad donde pasó casi los dos últimos años de su vida.

Curiosamente, en esos dos años su actividad artística no paró. Entre sus obras creó  el famoso “Almendro en flor”, que fue un regalo para su hermano Theo y su esposa por el nacimiento de su hijo. Se inspiró también en el arte asiático como Designer’s Guild y otros miles de artistas y diseñadores. 

Van Gogh no pasó ninguna cuarentena, pero tuvo otro tipo de encierro que le llevó a su propio yo interior. De esa introspección salieron cosas maravillosas de la misma manera que otras miles de mentes crearon nuevas maneras de vivir, teorías, y proyectos que les cambiaron la vida durante los momentos más duros de sus vidas.

En Marzo, cuando todo el mundo buscaba cosas que hacer en casa, las redes sociales ponían como ejemplo a Isaac Newton que, en 1665, poco después de su graduación de la universidad de Cambridge, huyó a su casa en las afueras de la ciudad durante la peste bubónica. Allí se quedó casi dos años e inventó el cálculo, escribió sus famosas tesis sobre la gravedad y el movimiento, entre muchas otras cosas.Hay ejemplos hoy en día como todas las iniciativas de apoyo que se han desarrollado gracias a las nuevas tecnologías; las tablets que han unido a pacientes con sus familiares, las cartas digitales a pacientes de desconocidos, los nuevos artistas que han surgido…Y es que sin duda, cuando acabe todo esto saldrán a la luz aún más proyectos, ideas y obras de arte, porque esto no sólo ha sido un encierro hacia afuera sino una introspección hacia nuestro propio YO interior. 


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