Durante la cuarentena, una de las cosas que más he empezado a apreciar es La Luz natural.
De esto no hay mucho en ciertas ciudades europeas como Londres, Berlín, Paris incluso, si bien esta primavera se está portando increíblemente bien con la capital británica desde dónde escribo hoy, en mi salón, con manga corta, y frente a la ventana inundada de sol y un cielo azul como el mar en Formentera. Seguro que Greta Thunberg estaría indignada, culpando de este buen tiempo al cambio climático. Seguramente tenga razón, pero yo francamente pienso que es sencillamente una manera de ponernos a prueba.
Desde esta ciudad, a las orillas del Támesis, os explico cuál es aquí la situación del Coronavirus. Para empezar, las restricciones son menores que en España, y sin embargo las estadísticas indican que seguimos bajando la curva.
Cuando salgo a correr, los parques están más vacíos que nunca aunque sigue habiendo gente retando el protocolo: aquellos que hacen deporte en el parque, las familias de cuatro con niños pequeños que se sientan a tomar un picnic, o el modelo “desesperada” que se pone en bikini en Hyde Park para tomar un sol donde jamás se ha visto una primavera como esta. Y es que en Londres se ha quedado el Sol y con él los espacios se han llenado de luz propia dando a las casas un aspecto alegre y acogedor que las despereza del oscuro invierno en sus esquinas.
La luz ha entrado esta mañana en mi habitación para despertarme y desayunar con ella y se va va desplazando según pasan las horas. Las telas de mi salón se ven de otro color, las paredes despiden la luz y tiñen de color huecos inesperados y esa planta que tengo bajo el espejo está más verde que antaño porque la luz la va pincelando de tonos mientras se mueven las agujas del reloj de mi cocina.
Al atardecer el cielo va pintando de tonos rosáceos el ocaso para volver a convertir mi salón en otra lluvia de tonos diferentes, que nada tienen que ver con los vespertinos y así hasta la hora de dormir.
Nunca me había dado cuenta del poder lumínico al propagarse en los materiales hasta esta cuarentena. A veces, sin duda, estar en casa tantas horas te hace ser más perceptivo y da cuenta de cosas en las que quizá no reparas habitualmente.
La luz; una realidad que ya trajo de cabeza a personajes de la historia, desde Newton, Huygens, Faraday o Maxwells y que nos sigue trayendo de cabeza a los que la necesitamos para nuestro bienestar físico y psíquico. La Luz sobre la que Leom Kolmnela escribió:
Tiene cara aquella Luz
Tiene cuerpo y tiene alma,
Tiene labios que quiero
Para iluminar mi vida
Y para llenarme de fuego…
O Miguel Hernández se enredó como “Hijo de la luz y de las sombras”
La Luz cuya importancia es “vital” para inundar nuestras vidas de optimismo es esa materia que debemos buscar a toda costa en nuestras casas para enseñar lo que sin ella no se ve y debe hacerlo.
Desde Londres un abrazo a todos nuestros clientes porque la Luz siempre llega con vosotros.
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